Hubo una época en que el pueblo mexica tenía una existencia precaria. Como la última de las tribus nahuatlacas que llegó al valle México, encontró poblada la zona alrededor del lago de Texcoco. Les fue permitido vivir en la zona del ahora Pedregal de San Ángel, con la esperanza que las cascabel diezmaran a este salvaje pueblo. Por mas que ostentaran el nombre de sus antiguos opresores los Azteka, no podían esconder su ascendencia chichimeka. En esa época que después trataron de olvidar, su comida habitual era las vívoras que alli abundaban. Otra de las comidas frecuentes en sus pobres tenamaxtles fué la hecha con chile, xiltomatl,kelites y tortillas de maíz duras.
Lo que ahora consideramos un manjar que no puede faltar en la mesa del mexicano, los sabrosos chilaquiles, que adicionados con ingredientes post cortesianos, como el queso y la crema de leche, se han convertido en indispensables en la dieta de cualquiera que tenga por apreciable el ser mexicano. Cientificamente probado que el mexicano no puede sobrevivir sin ingerir grandes cantidades de este platillo de menos una véz por semana.
La historia nos muestra como nos hemos adaptado a las situaciones y cambiado a nuestro favor, Solo a no comer no nos acostumbraremos.
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